la uva estresada
Una historia sobre el vino
Como diseñadores de experiencias exclusivas, tours y viajes a la medida, damos a las historias un papel central. Conocer todo lo que hay detrás de un producto, un vestido de diseño, un perfume o de una persona interesante. Las experiencias inolvidables y emotivas las construyen en gran medida una historia y la personalidad arrolladora de la persona que las cuenta.
Hoy, queremos contarle la historia de “La uva estresada”.
Valoremos tener un buen vino compartiéndolo con nuestros seres queridos, vivamos en el presente saboreando cada sorbo, notando su color, su aroma y sus paisajes ocultos. Disfrute de la buena charla y los buenos momentos con nuestra gente alrededor de la mesa o fuera de ella.
Nuestra uva protagonista crece en un terreno arcilloso y rocoso. En un terreno casi estéril en el que tiene que hacer un esfuerzo titánico para crecer y sobrevivir. Casi no hay agua y la tierra en la que está plantada se cuartea cada vez más con el calor del sol y aunque se aferra a la vida, vive con el constante presentimiento de que perecerá en cualquier momento; vive en un continuo estrés; de ahí su nombre: la uva estresada.
Por instinto de conservación, concentra todo su sabor y características en la semilla con la esperanza de que un pájaro con su pico, la saque de ese paisaje rocoso. A veces sueña despierta que vuela a otras tierras, sueña que cae en tierra fértil y segura, con agua y sol… Que finalmente puede estar tranquila y dejar de estar sedienta, dejar de sentir estrés. Nuestra uva es una uva soñadora y se llama “Amelie”.
Días tras día, Amelie se esfuerza por mantenerse con vida y sonriente; y grabar en su semilla toda su esencia e historia. ¿Cómo le contaría si no a sus hijos y a sus nietos, el placer de las caricias del sol cada mañana, la sensación de la suave brisa, el aroma de la multitud de plantas y flores que crecen a su alrededor, el calor del verano cuando llega julio y agosto, y también el ataque de algunos insectos o de la filoxera?
En el mismo escenario, cientos de personas trabajan alrededor de viñedo durante todo el año. Algunos podan (para limitar la cantidad de racimos en cada planta y que los restantes concentren todos sus nutrientes y su máximo sabor), otros miden la humedad de la tierra y el aire, otros fumigan. Casi al final del verano, todos trabajan durante la vendimia y recolectan la uva en cestas. El enólogo y toda la familia propietaria del viñedo, siguen la tradición de sus antepasados desde hace siglos.
Esto ocurre al terminar agosto, cuando el enólogo monitorea la concentración de azucares en la “uva estresada”. Al alcanzar la uva la medida de azucares indicada, el enólogo da la instrucción de que comience sus recolección con cuidado para no magullarla; posteriormente la despalillan y comienzan con el proceso de elaboración del vino. Son días intensos de trabajo. Trabajan reclinados o de rodillas en el viñedo día y noche. Amelie por fin se ha topado con su destino: transformarse en vino y alegrar paladares, mesas y charlas, provocar risas y también será la culpable de muchas noches románticas y momentos inolvidables. Ella aún no lo sabe pero, su sacrificio merecerá la pena. Hará feliz a mucha gente. ¿Qué hay más importante que esto?
Es interesante detenerse a pensar lo que hay detrás de un vino y todo lo que ha tenido que ocurrir para que podamos disfrutarlo.
A la uva estresada y su sacrificio: Gracias.
A la madre tierra: Gracias
A los cientos de personas que han volcado sus vidas al viñedo y a la producción del vino: Gracias.
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